Me enteré de una gran masacre
que destrozaron letras de piel,
quemaron pieles de historia,
degollaron la raza,
raza de piel histórica.
¡Vaya catástrofe!
genocidio de memorias,
aniquilación de memorias,
dominación de la tierra.
Por eso la Pachamama
tiembla de vez en cuando,
abre sus poros,
escupe lava
y grita a los cielos.
Recuerda a sus hijos
sus verdaderos descendientes,
sus aborígenes llenos de felicidad,
de vida,
de salud,
de comida,
de dioses,
de riquezas,
de mujeres,
de verdadera libertad.
Parece que ya nada queda
todo lo ultrajaron,
lo pisaron,
lo quemaron,
lo ensuciaron,
apuñalaron la tierra
y ella sangró,
se secó
y sigue agonizando.
Solo nos dejaron fantasmas,
vasijas vacías,
pueblos ultrajados.
Pero aún hay cenizas,
huesos de esperanzas,
memoria de cultura;
aún hay sangre,
raza,
madre;
aún existe ese aborigen
dentro de nosotros.
-Junior Aguilar.
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